Nos equivocabamos de cuarto a la hora de dormir, tu en el tuyo y yo en el mío. Con la distancia como enemiga, compartimos insomnio para sentirnos cerca.
Hagamos de esta batalla un juego, uno en el que nos burlemos de cualquier obstáculo. Ven y dame un beso, o cien, pero ven. Ven y vete, pero siempre para volver a venir. Enfadate y déjate abrazar, pero vuélvete a enfadar que yo me quiero reconciliar. Mirame tímida, distraete mirando a las estrellas, pero vuélveme a mirar, que si no les declaro la guerra. Enamórate, de las noches de verano, de las chimeneas en invierno, de los paseos en otoño, de los atardeceres en primavera, de los besos infinitos, de las miradas provocadoras, de los detalles a deshora, pero enamórate todos los días también de mi.
Coge la luna y apaga el sol, desnúdame con un te echo de menos mientras yo te enciendo el corazón con un te quiero.
Escribe la letra pequeña, sin peros ni contraindicaciones, solo con canciones que sean nuestras.
Llama al frió y dile que hiele, desesperado se ira al ver que nunca podrá con el edredón de mis abrazos.
Cree en el azar, en el azar de un para siempre. Lee en alto todas las cartas que no te he escrito pero que te dije entre caricias.
Mientras yo iré sacando un sofá a la calle, para que juntos veamos las horas caminar, abrazados, como si la vida fuera una película de la que nos burlamos al verla pasar.
En resumidas cuentas: baila conmigo, también sin mi, ríe a carcajadas, que la felicidad es eso, pero también llorar sin casi respirar, disfruta sin olvidar que también se debe sufrir, grita de pasión, besa sin permiso, abraza sin perdón y no te olvides que yo contigo solo puedo sonreír.