domingo, 5 de octubre de 2014

La deuda.

El pelo recogido, me sonreías desde la otra punta de la barra. Me acerque a saludar, me debías un baile y una fianza, quería cobrar la deuda. No me hables de cielo, ni de infierno, no me digas que no, coge mi mano y suéltate el pelo, esta noche te vuelvo a hacer mía. Llevo semanas preguntando qué es lo que le falta al cielo de Madrid, al verte he entendido perfectamente porque lloran las estrellas y la luna me arropa cada madrugada. Vengo mejor preparado que la última vez, me diste unas semanas y cerca de cien besos, a cambio yo te deje el corazón de fianza, esta vez bailo contigo y después vemos, no me gusta eso de andar con el pecho roto.
Cuando te toco todo parece desaparecer, solo existes tú y ese lugar en el que te haces pasar por mía. Prometo más te quieros y me pides más vuelos en el viento, siempre pides un imposible y me quitas horas de sueño para dártelo. Y seguimos en la pista de aquel bar, me das la espalda y me colocas las manos abrazándote la cintura, te susurro que para mí eso es mejor que volar, que en el cielo no está el límite. Sonriendo me explicas que estabas disimulando para que no me diera cuenta que repetirías ese momento todos los días de tu vida.
Una noche más, bailando abrazados, nos volvimos a creer que lo nuestro no acabaría jamás.


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