domingo, 24 de mayo de 2015

Doce horas.

Te escribo a escondidas, aceptando mis pecados, reconociendo que intento enamorarme cada noche de otras. Te escribo a escondidas porque no quiero tenerte delante sin un beso entre medias. Te escribo para pedirte perdón por los te quieros, aunque eran ciertos, perdón por no ponerles el matiz del tiempo. Perdón por no contarte que al día siguiente no amanecerías entre mis sábanas, perdón por enamorarme de ti sabiendo que habría un final. Como no iba a enloquecer por ti si recuperaste al niño que se había ido, si nunca antes se me había cortado la respiración por una caricia. Te escribo para darte las gracias por la sonrisa en tu mirada, por enseñarme cosas del amor.
Te escribo para explicarte, que no solo es amor aquel que es para siempre, que también cuenta aquel que te hace un nudo en la garganta unas horas. Te escribo para decirte que ya me voy, perdón por no despertarte, pero no podría aguantar verte otra vez deslizando sobre el colchón sabiendo que no habrá una siguiente. Te escribo a escondidas para que no escuches como me tiembla la voz. Te escribo para reconocerte que no me quiero despedir, pero esto tenia un final antes de empezar. 
Esta fue a la vez la primera noche y la ultima mañana, esto es un amor enfrascado en doce horas. Gracias, por tanto en tan poco, ojalá no te arrepientas de haber querido bajar el sol para los dos.
Ya me voy, te dejo el cafe hecho, me llevo para siempre el tacto de tu piel y una voz que no te quiere decir adiós.