A veces me trabo al intentar explicarte que me quedo con las ganas cada vez que parpadeas y no sé cómo pedirte que me cueles entre tus ojos para ver que miras al dormir.
Tartamudeo al explicarte que entre tus piernas me olvido de cualquier cama. Llegaste con tu incendio cuando me canse de simulacros, encendiste las bombillas fundidas de mi cuarto, arreglaste los rotos de mis dedos, diste forma a las nubes entre mis sábanas.
Estoy aprendiendo a hacer la O con un canuto y eso que no fumo, será por esta manía de llamarte cada vez que no estás. No te asustes cada vez que atravesemos el cielo, esto de volar se volverá una costumbre. No me mires mal si algún día me ves asustado, es que no es fácil esto de perder la gravedad. No te preocupes si me ves nervioso, es por esos instantes que no te da por sonreír.
A veces esto me viene grande, demasiado este todo para tan poco de lo que doy. A veces se me desbordan las frases pero es que solo al repetirlas mucho siento que me acerco a explicártelo, además, ya sabes que siempre dije que no hacía falta un 14 de febrero para decírtelo.
No tiembles cuando acabemos de hacerlo, que si me lo pides así, te lo vuelvo a hacer. No te pongas celosa de las estrellas, incrédulas, han venido esta noche a comprobar que ya no trepó por los tejados.
Y es que como dice aquella canción: "...si es que a veces pasa...".
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