domingo, 28 de diciembre de 2014

Nos burlamos.

Nos equivocabamos de cuarto a la hora de dormir, tu en el tuyo y yo en el mío. Con la distancia como enemiga, compartimos insomnio para sentirnos cerca.
Hagamos de esta batalla un juego, uno en el que nos burlemos de cualquier obstáculo. Ven y dame un beso, o cien, pero ven. Ven y vete, pero siempre para volver a venir. Enfadate y déjate abrazar, pero vuélvete a enfadar que yo me quiero reconciliar. Mirame tímida, distraete mirando a las estrellas, pero vuélveme a mirar, que si no les declaro la guerra. Enamórate, de las noches de verano, de las chimeneas en invierno, de los paseos en otoño, de los atardeceres en primavera, de los besos infinitos, de las miradas provocadoras, de los detalles a deshora, pero enamórate todos los días también de mi.
Coge la luna y apaga el sol, desnúdame con un te echo de menos mientras yo te enciendo el corazón con un te quiero.
Escribe la letra pequeña, sin peros ni contraindicaciones, solo con canciones que sean nuestras.
Llama al frió y dile que hiele, desesperado se ira al ver que nunca podrá con el edredón de mis abrazos.
Cree en el azar, en el azar de un para siempre. Lee en alto todas las cartas que no te he escrito pero que te dije entre caricias.
Mientras yo iré sacando un sofá a la calle, para que juntos veamos las horas caminar, abrazados, como si la vida fuera una película de la que nos burlamos al verla pasar.
En resumidas cuentas: baila conmigo, también sin mi, ríe a carcajadas, que la felicidad es eso, pero también llorar sin casi respirar, disfruta sin olvidar que también se debe sufrir, grita de pasión, besa sin permiso, abraza sin perdón y no te olvides que yo contigo solo puedo sonreír.

lunes, 22 de diciembre de 2014

Leyendo.

Como pasar hojas de un libro y darte cuenta que no has leído nada, como caminar sin pensar en el camino. Me di cuenta que improviso siempre que te veo, me dejo llevar por cada una de tus miradas y me imagino bailando sobre tu ombligo y a tus labios diciendo que sí. 
Siempre fui un poco miedoso, pensaba que en el amor no se caía de pie, que era mejor rellenar una agenda que agarrar siempre la misma mano. Me perdí en amaneceres, escondiéndome entre barras de bar y copas vacías sin saber qué era eso de soñar despierto. Destrozando vestidos, desabrochando obstáculos y desnudando palabras fui engañando a lunas que no se daban cuenta que eran llenas, de vez en mes.
Pasaban las horas, tú volabas por Nueva York, yo caminaba en Madrid, pensándonos lejos sin darnos cuenta que antes de dormir nos soñábamos juntos. Entre dudas e improvistos tu siempre aparecías, como un día escribió Silvio, con la palabra precisa y la sonrisa perfecta.
Mis labios preguntaban por ti y evitando la respuesta mis ojos se dirigían a otros para encontrar alguna solución barata a la ausencia de tus besos.
Aunque siempre oculte mis ganas de verte, cerca de ti empecé a creer que no todas las caídas dolerían igual y use aquel libro que pasaba sin leer como diccionario para escribirte lo que sobrio jamás sería capaz de decirte. Y es que cuando se trata de ti, cualquier resultado es infinito aunque se multiplique por cero.