miércoles, 27 de noviembre de 2013

Aquella noche por Madrid.

Era un Noviembre frío, hacia una noche para pasar debajo de una manta viendo una buena película pero un inesperado mensaje cambio mis planes. 
Apenas sabíamos nuestro nombre y algún detalle más. Era tu última noche en Madrid y decidiste no pasarla sola, al día siguiente volverían los miles de kilómetros entre nosotros. Te recogí y decidí llevarte algún sitio con el que quedar bien, tu olor a Narciso Rodríguez me hizo hasta tartamudear. Escuchaba atento lo que pensabas para darle sentido a tus miradas.
Te pediste una cerveza que decía que no estabas segura de tener que utilizar alguna excusa para irte, te pasaste al whisky avisando que no tenías prisa. 
Según pasaban los minutos existían menos cosas que no fueras tú, no tardamos mucho en sentirnos cómodos, me obligaba a mirarte a los ojos aunque me tentaba la idea de conocer tus labios. 
El reloj corría más rápido que de costumbre, arreglábamos el mundo, debatíamos sobre relaciones pasadas y hablando de tu ex te recomendé un libro que decía "en el momento que te paras pensar si quieres a alguien los has dejado de hacer para siempre" y así convencerte de que todo lo pasado ya no cabía en ti.
Cuando nos dimos cuenta eran las 6:30 de la mañana, la noche no nos quería dar más tregua, decidimos ir a un último lugar, uno de esos sitios que enganchan, un hombre al piano, luz tenue y buena comida. Las 8... En 4 horas te irías sin billete de vuelta, rezábamos por un amanecer más tardío, yo me preguntaba con un hilo de esperanza si te quedarías un día más.
Salimos de aquel lugar, te puse mi abrigo y te subí la cremallera para que el frío tampoco interrumpiera nada entre nosotros, mientras lo hacia no me atreví a decirte que soñaba con poder hacerlo toda mi vida. Llegamos a tu hotel, me diste las gracias y con un beso en la mejilla de esos que paran el tiempo nos despedimos.
Ahora ya no estas y yo salgo a la calle sin abrigo para hacer los recuerdos de esa noche más reales, la gente me mira como a un loco cuando gritando suplico que no te enamores si no es de mí, paso por tu hotel cada amanecer para preguntar si has vuelto y le pedí al hombre del piano que me tocara cada noche antes de dormir para así sentirte más cerca.
Aprenderé a quitarme el sabor de los besos que no nos dimos, te escribiré por cada caricia que no nos atrevimos a dar. Solo te pido que no te olvides que en Madrid te queda una cuenta pendiente, yo recuerdo cada día que allá donde estés me quedan muchas por saldar.
Ahora que no estas compartimos distancia y soledad; tampoco te voy a engañar al irte a buscar me convertí en humano y con el miedo perdí las alas.
Me encantaría verte sonreír todas las mañanas y que no volvieras a pasar frió gracias a mi abrigo. Ya no sirve de nada arrepentirme por soltarte la mano, por no besarte, por no pedirte que te quedaras más tiempo, por no convencer al reloj de que parase el tiempo.

Y pasaran los días y yo seguiré con las mismas ganas de verte y preguntarte si recuerdas aquella noche paseando por Madrid.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Ella sabe.

Quise quemar tu pulsera por no oler más a ti, rompí un par de fotos por ser pasado y no presente. Desde que no estas juego a encontrar tus besos en los labios de otras y ninguna da la talla; cada noche al apagar la luz te busco en el otro lado de la cama pero nunca estas. Todas las mañanas cierro fuerte los ojos y murmuro tu nombre por si apareces, pierdo las tardes buscándote en sitios insólitos por si en un ataque de niña te dio por jugar al escondite, suplico a gritos "pillo" yo y que salgas ya.
Me bebí mas de mil copas a tu salud, te dedique más lunas que frases y dije tu nombre más veces que el mio. Conseguí olvidarte tantas veces como volví a pensarte. Hasta que ella llego.
Desde que no estas me empeño en hacer todo como la primera vez, saque mi parte romántica, volví al caballero que olvide ser, mande rosas sin tener porque, secuestre a la luna para ella, le pongo el abrigo cuando tiembla, le pinto una sonrisa cuando llora, le dibujo un beso cuando arde, me entregue como aquella vez. Ella sabe que hay noches en mis sueños para ti, sabe que cuando me huelo la muñeca es por buscarte, sabe que muchas mañanas me giro a ver si estas, sabe que te quise más de lo que te demostré. También sabe que ella va primero, que estas fuera de plano, sabe que sus ojos me dicen más de lo que tu me decías, sabe que sus besos son invencibles, sabe que sin ella no doy un paso, que la sensación de volar a su lado es inigualable. Invente lugares a su lado, descubrí sonrisas que no me conocía, di besos que no daba, aprendí a soñar despierto.
Tu siempre seras tu, pero ella es eterna.

martes, 19 de noviembre de 2013

La carta que no conteste.

Recibo una carta con sobre beige y escrita a tinta azul. Pone tu nombre:

- "No se de ti desde que nos despedimos aquella noche" - Lo se... Te he escrito mil veces pero cuando llego al buzón elijo la papelera que hay al lado...
- "Como estas?" - Ahora? Nervioso, triste y contento, con sentimientos encontrados.
- "Te acuerdas..." - Basta no quiero seguir leyendote, como no me voy a acordar? Si me acuerdo hasta como vestias las 21 veces que nos vimos, si, 21, no pongas esa cara de sorpresa.
- "La verdad es que yo estoy bien, sigo sin contarle a nadie lo nuestro.." - Yo tengo que confesarte que alguna noche volviendo a casa se lo he largado a algún borracho que como yo buscaba consuelo. Si, si... Se que nos prometimos en la puerta de aquel bar no contarlo jamas, se que me pediste que nadie podía saber que nos enamoramos... Pero y que hago? A veces no me da tiempo a no pensarte.
- "Te echo de menos, echo de menos los ataques de risa y lo bien que lo pasamos juntos..." - Y yo echo de menos tu mirada alegre, tus besos suaves y mi cama contigo, entre otras cosas.
- "Escucho mucho las canciones que me recomendaste..." - Y yo todo el repertorio de canciones que hablan de ti, nos parecemos hasta en nuestra faceta masoquista.
- "Tienes que ir a ver una cuestión de tiempo .." - El cine me gusta menos sin ti, pero tenia pensado ir a verla.
- "Bueno, me despido" - No, odio las despedidas y más si se trata de ti.
- "Espero saber de ti.." - No te lo puedo prometer, lo siento.
- "Un beso fuerte" - Solo uno? ya sabes que me encanta besar, dame alguno mas.

Y me quede mirando el folio, con una mezcla de sensaciones... Incredulidad, indecisión, miedo, alegría... Corrí a mi mesa para contestarte y lo hice, me puse a Andres Suarez de fondo y empece a escribir; yo también prefiero las noches a tu lado. Pero esa carta también acabo en aquella papelera.


martes, 12 de noviembre de 2013

Despacito, que las prisas no son buenas.

No me cambies los esquemas, la luna está bien de noche y las mañanas déjaselas el sol. Me declaras guerra cuando llevo bandera blanca, me exiges paz cuando busco batalla. Vuelo cuando duermes, me enamoro cuando sueñas. Rebusco entre los míos cada una de las veces que bailando nos besamos. Te quiero y te olvido, te echo de menos y te echo de más. Ven pero vete, vuelve pero no te quedes. Desnúdame pero “despacito, que las prisas no son buenas” como nos canta Fito.
La urgencia por besarte se me pasa con la tercera copa y vuelve a partir de la quinta. No dejes que te vengan a dar ejemplos de ética, que lo nuestro es nuestro y de nadie más. Que no te importe si opinan que el vuelo debe ser común, acostumbrados al cliché de paseos de la mano, abrazos de cintura y ojos en propiedad no ven que lo nuestro puede ser más que lo suyo pero pintado a acuarela, un poco más borroso. Se nos da mejor querernos cuando nos apetece no cuando debemos. Cansados de susurros pasajeros, sin ganas de nada establecido buscamos respuesta al enigma de lo nuestro.
No te enfades las noches que me escondo, hay tantas como las que le pido a la luna que se vuelva llena para que me veas. Hagamos un trato, apaga la luz, dejémonos llevar, no vendas estrellas, no revalorices sentimientos, ni te creas mis para siempre.




jueves, 7 de noviembre de 2013

Historia en un bar.

Me envalentone y me dirigí hacia ella:
“Ya sabes quién soy y yo quien eres tú, no vengo a decirte absolutamente nada que no sea verdad. Por no venir, no vengo ni a alardear con palabras vacías que hablen de lo bien que harías eligiéndome a mí. No vengo ni con el cielo envuelto para regalo, ni con halagos que escucharas cada noche que sales, tampoco pretendo conquistarte con promesas que no estoy seguro de poder cumplir. No voy a decirte que me he fijado en tu paso tropezado o en que mueves los labios al leer, tampoco voy a decirte que se perfectamente lo que bebes, ni si quiera voy a hablarte de las ganas que tenia de matar a aquel tipo con el que ligabas. Estas aquí sentada con tus amigas, las que probablemente cuando me de la vuelta opinen y hablen de algo que no saben, probablemente compartas burlas y risas con ellas sobre esta situación. Vengo pese a esta estúpida vergüenza que llevo a todas partes. Pero tenía que decirte que quiero ir a un concierto de Quique González contigo,  que me enseñes tu París particular, tomarme un café un miércoles por la tarde, comer un lunes o ir al cine un domingo. Quiero conocerte, quiero saber todo lo que no se de ti, quiero prestar atención a cualquier detalle que sirva para que sonrías una noche mala. No quiero nada serio ni nada a medias, no quiero ponerle nombre y menos aún hablar de futuro. No sé qué quiero, solo se lo que no quiero, como estar aquí en una punta y tú en otra, dejando al destino o yo que se a que el que podamos estar un día a solas. No pretendo que digas nada tranquila, tu cara de sorpresa y sonrisa me dan alguna pista, ahora me voy a ir, debo estar rojísimo, me tiemblan las manos y tengo mucho calor por los nervios. Así que si algún día quieres tienes mi número, yo ya he levantado mis cartas, te estaré esperando.”

Y me fui de aquel bar, con su mirada en la cabeza, paso acelerado y la sonrisa marcada.

martes, 5 de noviembre de 2013

Jugando al azar.

Ella era de las que creía en el destino, dejaba todo al azar. Cuentan que se jugaba las noches a cara o cruz. Recomendable de jueves a domingo y sorprendente el resto de la semana. Era de las que se dejaba sitio para el postre, de las que se apuntaba a todo. Romántica a escondidas, con risa pegadiza. Vestía ojos frágiles y labios gruesos. Era arte a la hora de apagar la luz y quedarse a solas con alguien.
Él era de los que se enamoraba fugazmente, lo que duran un par de miradas. Hacia magia al besar, sabía acariciar casi mejor que caminar. También jugaba al amor, apostaba a doble o nada cada uno de sus besos.
Los dos se aferraban a creer que en el futuro el amor llamaría a su puerta, decían que ahora era demasiado pronto.

Se conocieron y con una mirada decidieron parar el reloj. Prometieron no llamarse nunca, decirse todo si volvían a verse. Juraron quererse siempre que se encontraran. No existirían celos, no habría una palabra más alta que la otra, nunca se dirían lo que sentían. Prefirieron creer que el amor era solo cosa del futuro. Y él se acordaba de una canción de Los piratas: “promesas que no valen nada”, ya era tarde.

Se levantó con cuidado para no despertarla, se vistió y salió del cuarto. Con la camisa a medio poner le escribió una nota: “jugar al azar es lo nuestro, me acordare todo el día de ti, pensare mil veces volver hasta aquí para volver a besarte, probablemente las noches que salga saldré a buscarte… pero nos prometimos ser fieles a nosotros mismos, sé que te gusta Serendipity, anoche quedamos en verla varias veces, así que juguemos… si algún día las ganas de verme vencen a las ganas de jugar probaras una de las 9 posibilidades o quizás las 9 y me llamaras”, escribió su teléfono, con un número de menos y se fue maldiciendo las ganas de volver a sentir el tacto de su piel.
Se despertó y vio la nota, una lágrima le resbalo por la cara y cayó en una sonrisa, sentimientos incompatibles, no entendía muy bien que sentía, quería volver a mirarle fijamente, volver a sentirse vulnerable entre sus brazos pero no era capaz de descolgar el teléfono.
Ambos dejaban que el orgullo decidiera por los dos.