No me cambies los esquemas,
la luna está bien de noche y las mañanas déjaselas el sol. Me declaras guerra
cuando llevo bandera blanca, me exiges paz cuando busco batalla. Vuelo cuando
duermes, me enamoro cuando sueñas. Rebusco entre los míos cada una de las veces
que bailando nos besamos. Te quiero y te olvido, te echo de menos y te echo de más.
Ven pero vete, vuelve pero no te quedes. Desnúdame pero “despacito, que las
prisas no son buenas” como nos canta Fito.
La urgencia por besarte se
me pasa con la tercera copa y vuelve a partir de la quinta. No dejes que te
vengan a dar ejemplos de ética, que lo nuestro es nuestro y de nadie más. Que
no te importe si opinan que el vuelo debe ser común, acostumbrados al cliché de
paseos de la mano, abrazos de cintura y ojos en propiedad no ven que lo nuestro
puede ser más que lo suyo pero pintado a acuarela, un poco más borroso. Se nos
da mejor querernos cuando nos apetece no cuando debemos. Cansados de susurros
pasajeros, sin ganas de nada establecido buscamos respuesta al enigma de lo
nuestro.
No te enfades las noches que
me escondo, hay tantas como las que le pido a la luna que se vuelva llena para
que me veas. Hagamos un trato, apaga la luz, dejémonos llevar, no vendas
estrellas, no revalorices sentimientos, ni te creas mis para siempre.
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