lunes, 25 de agosto de 2014

Aquel banco.

El miedo iluminado en su mirada, me reconoció tomar decisiones basadas en inseguridad. Sentados en un banco se nos hizo de día, acariciaba su pelo mientras hablábamos de futuro sin centrarnos en el presente. Consolaba mis fantasías con sonrisas, llenaba mis delirios con caricias. Le hice el amor en un instante, sin quitarle la ropa, a un metro del suelo y creyéndonos eternos.
Aprendí que vivir era estar a su lado, me enseño que un beso puede ser para siempre. Y como me había avisado, cerro su portal, incrédulo llame a la puerta, ella estaba dentro, yo fuera y no me salían las cuentas... Sin quitarse la sonrisa me lanzo un beso y leyéndole los labios supuse un: nos vemos pronto, ha sido un amanecer maravilloso, te olvidaste que baso las decisiones en mis miedos.
De golpe perdí aquel metro de altura que había ganado al hacerle el amor en aquel banco en el que se nos hizo de día, en el que sin quitarle la ropa la supuse desnuda. Demoledor el recuerdo de su mirada diciéndome adiós, de sus labios lanzandole un beso al aire.
De vuelta a mi casa, echando la mirada atrás, buscándola entre melenas rubias y ojos marrones, me pare en aquel banco, le propine un par de patadas y maldije la capacidad de aquella niña que consiguió dar y quitarme todo en un mismo amanecer.



jueves, 21 de agosto de 2014

Perseverante.

Buscaba tenerte entre mis brazos y sentir que todo este tiempo queriendo verte no había sido en balde. La perseverancia por la que me caracterizo actuaba en su máxima exponencia. Había mañanas que me despertaba y me repetía, abre los ojos, esta lejos de ti y ella hoy no se ha despertado pensando en ti. Había noches que castigaba a mi almohada por no oler a ti y ella desconsolada me decía, nunca estuvo aquí. Pero había días que cambiaban todos esos momentos de terror, había días en los que una palabra tuya bastaba para quererte para siempre. Había días en los que sabia que jamas me cansaría de darte las buenas noches, que nada me quitaría la sonrisa al darte los buenos días, era tan simple como eso.
Trate de quitarte más de mil veces de mi cabeza, tantas como las que fracase, tantas como las que alguna canción decía tu nombre entre acordes, tantas que decidí no volver a escuchar música para no perder la cordura. 
Y aquí estoy, un tiempo después, sabiéndote guapa, sabiéndote lejos, imaginado tus besos, sin perder la sonrisa en cada buenos días, sin cansarme de darte las buenas noches. Te avise un día, soy perseverante y no parare hasta que entre mis brazos pueda decirte: no me arrepiento de todo este tiempo muriendo por tenerte, nunca imagine un mundo sin ti.



sábado, 16 de agosto de 2014

Miedo a su miedo.

Su mirada pintaba miedo y su voz enloquecía cuando las copas de más la desinhibían. Me contaron, en un descuido, que entre amores nunca había caído de pie y le aterraba la idea de descuidarse y volver a caer, precavida ahora siempre se andaba con ojo y no tendía su mano a no ser que le dieras el brazo. Y mientras ella evadía, evitaba y se divertía, yo temblaba de frio y juraba mantenerla en pie siempre que cayera conmigo. Me atrapo con sus defectos, los que a su vez hacían mayores las virtudes, era de esas que cuanto más conocías menos veías los primeros y más las segundas.
Su mirada no era cualquiera, aunque no sabría bien describirla podría decir que era de aquellas que tienen miedo y necesitas cuidar, de aquellas que tiemblan si empiezan a sentir, de aquellas en las que ves a través.
De dos tragos largos me termine la segunda copa, me dispuse a dar un paso más: volví a por la tercera al darme cuenta que había sido en falso, tenía una coraza que repelía cualquier intento de cariño. Le odie tantas veces como la necesite, la evite casi las mismas que la busque.
Recuerdo un momento, mientras balbuceaba por los nervios que arañaban los pocos centímetros que había entre su cara y la mía, la miraba fijamente, alternaba ojos y labios, ella siguió el mismo recorrido y yo me envalentone, pero algo me paro, puede que el miedo a su miedo o el miedo a quererla para siempre o a lo mejor fue el miedo al rechazo, pero me detuve en seco, sonriendo para esconder lo frágil que me hacía sentir.

Y algún día, tal vez, pierdo el miedo a su miedo y sonriendo le enseño que en el dolor está el valor de la felicidad, a lo mejor consigo explicarle que por ella me haría experto en el arte de hacer reír, fabricar alas para no caer o curandero para sanarle todas las heridas que todavía no cicatrizo. Y tal vez, llegado ese día, entre sonrisas y nervios volvamos al recorrido entre nuestras caras y con un beso pueda escribir otro final.



martes, 5 de agosto de 2014

Tienen razón.

Tienen razón todos aquellos que hablan con frases hechas, llenas de nada, dando consejos sobre amor basándose en libros, citas sin haber conocido lo que es irte a dormir con un nudo en el estómago. Y tienen razón, porque la teoría siempre fue más fácil que la práctica, si no todos empezaríamos trabajando y acabaríamos estudiando. Es fácil aconsejar sobre la forma correcta de querer, sobre cómo olvidar, incluso es fácil aconsejar sobre como dejar de sufrir.
Pocas fueron las veces que lleve a la práctica todos estos consejos de eruditos del amor sin haberlo sentido. Quien sintió el amor nunca te diría que el tiempo cura todo, porque aunque tengan razón cuando hablas de tiempo solo lo quieres ver pasar a su lado. Quien sintió el amor nunca te diría no caigas, no vuelvas a sus brazos, porque cuando hablas de caer solo te viene a la cabeza el precipicio de sus ojos, cuando hablas de brazos solo piensas en los tuyos rodeando a esa persona. Cuando te dicen que hay muchas más personas en el mundo por conocer no se dan cuenta que no necesitas a nadie más que a esa persona, tu felicidad se refleja en cada una de sus sonrisas.
Pero tienen razón, sus consejos son ciertos, el tiempo cura las heridas, caer solo nos debilita,  sus brazos nos hacen vulnerables y hay mucha más gente en el mundo por conocer.
Siempre fui muy cabezota, acepto pocos consejos y menos en este aspecto… Últimamente cuando me aconsejan sobre amor les contesto siempre lo mismo: “¿alguna vez has visto solo una vez a una persona y sabido que no volverías a dormir igual sin ella?”. ¿No? Entonces sigan leyendo teorías sin saber lo que significa querer despertarse cada mañana al lado de la misma persona por poco que la conozcas.