domingo, 27 de octubre de 2013

Otoño.

Hojas secas que se mueven a mi paso, estrenando el olor a chimenea y las primeras chaquetas puestas. Asoma el otoño y ella con él. Hace no mucho, con buen color y la playa de fondo prometí entre amigos tener un invierno tranquilo, sin nada que me ocupara hojas y menos aún me diera preocupaciones. Los cascos puestos y el fondo de las calles se van tiñendo a marrón, empiezo a darle vueltas a algo de lo que huía, algo que sin esperarlo llega de pronto, con ojos claros y pelo largo. La sonrisa instalada como si no pasaran los domingos por su vida, un toque desaliñado que choca con su mirada precisa. 
El miedo en el fondo de sus ojos y la indiferencia como reacción constante van sumando a mis días el miedo a perder algo que no tengo. Ocultamos besos, escondíamos caricias y nos dábamos la mano por debajo del mantel. 
Más de una noche maldije su frialdad y como si leyera mi pensamiento me daba ese gramo de calor que me hacía falta para volar. Sé que voy a echar de menos los besos que no nos dábamos, todos esos secretos que no le pude contar, se que me arrepentiré de cada una de las cosas que no le dije por miedo a alejarla.
Me encantaría abrazar su cintura por detrás, desatarle el corazón y prometerle que no existe un lugar en el mundo en el que no me acordaría de ella. Taparle los ojos, desnudarla, abrazarme a sus piernas y prometer que nunca más estaría sola. Susurrarle al oído todas las frases prohibidas que no nos atrevemos a decir. Si ella me dejara no existiría un lugar de su cuerpo sin besar.
Mientras seguiré pasando por las calles marrones del otoño, pisando hojas secas, con los cascos puestos y escribiéndole todo lo que nunca le diré.


domingo, 20 de octubre de 2013

Creyendo.

Me miro desde el espejo, sonrió y se siguió maquillando. Me acerque, le di un beso en el cuello y le susurre al oído alguna promesa. Salí del baño dandole vueltas a aquella promesa, no seria fácil, enamorarse nunca es cosa de uno si no del azar. Nunca creí en medias naranjas y menos aun en amores eternos, pero con ella maldije mi falta de confianza en el amor. Siempre fui un incrédulo que jugaba contra el. Ella salió del baño, más guapa que nunca y con la sonrisa puesta me pidió perdón por el retraso. Empece a creer, no se si en el amor o en ella, pero creí que alguna promesa se podría cumplir. Cansado de rotos y descosidos cada fin de semana, de recibir mensajes a los que no dar respuesta, de besar por besar. Y entonces empece a creer, o al menos quise creer que una sonrisa te puede alegrar un día, creer que se puede echar de menos un beso, que una caricia es algo mas que un preliminar. Y nos fuimos a cenar, riéndonos de nosotros mismos, sin pensar en mañana pero creyendo en nosotros.

lunes, 14 de octubre de 2013

Promesas por cumplir.

Le dije mil veces que la necesitaba, sin especificar el tiempo que eso duraría. El alcohol alteraba mis sentimientos y el matiz a incierto me hacia ver todo mas atractivo.
Entre dos chupitos le prometí que le enseñaría a volar, me advirtió que tenia vértigo, le aterraba volver a caer, quería aterrizar y volver a subir, un preparados listos ya sin limite ni dolor. Bailando jure coserle las alas, enseñarla a despegar ya que no nos haría falta caer nunca mas si no era para recoger un par de gin&tonics.
Tocaríamos el mar sin mojarnos, bailaríamos bajo la lluvia sin necesidad de refugiarnos, retrasaríamos el amanecer para poder hacer el amor bajo la luz de la luna el tiempo que quisiéramos, nos besaríamos sin miedo al que dirán. 
Con cara de pena me dijo que no me creía, quería hacerlo pero no podía. Desde entonces, me paso los días inventando y construyendo mil formas para poder volar, destrozando cualquier paraguas en días de lluvia, cerrando todas las persianas cada amanecer, atrasando los relojes para a oscuras creer que conseguí engañar al día y quemando todas las revistas del corazón para poco a poco ir acabando con la opinión de los demás.



martes, 8 de octubre de 2013

Regalale el cielo.

Yo la vi primero, recuerdo esa noche como si fuera ayer. La mire fijamente y ella sin hacer caso bailaba con otro tipo que le regalaba el cielo, ella no le cobraba fianza por sus labios y yo..les miraba con miedo, miedo a los celos de algo desconocido, miedo a no querer quitar los ojos de ella aunque estuviera con otro.
Me tembló hasta el corazón cuando me sonrió y se acerco para decirme que fuera mas cuidadoso, que así iba a poner celoso a aquel tipo, que no me había dado cuenta pero llevaba media hora mirándome al besarle. Me acaricio la mano discretamente para que no nos vieran, me sonrió y al oído me susurro: "hay tipos que prometen el cielo por costumbre con palabras y otros como tu que con una mirada me llevan a el, no sonrías y sácame de aquí, nos vemos en la puerta.."
Paralizado me tome la copa de un trago y me aleje de la gente para que no me pellizcaran por si estaba soñando. Y entonces salí, el frió de la noche de Madrid me subió la cremallera de golpe, ella salio y me rozo lo suficiente para que me diera cuenta, echo a andar y yo como si se tratara de "Coyote bar" me puse a caminar en dirección contraria a mi casa. La vi tocarse los brazos por el frió y le coloque mi abrigo por encima de los hombros, se dio la vuelta e intento besarme, quite la cara y le jure que yo no seria una noche más de su vida, le agarre la mano, pare un taxi y le lleve a mi rincón favorito de Madrid. Nos sentamos en aquella barandilla, mirando en lo alto el cielo de Madrid amaneciendo, de fondo se descubría toda la ciudad. Me sonrió, pose un dedo en sus labios para que no hablara y le dije: "esta noche no hay promesas en balde, esta noche el cielo es tuyo sin que nadie te lo regale, disfruta de el, yo me quedo aquí a tu lado". Cerro los ojos y le di la mano... se me olvido si era de noche o de día, no me di ni cuenta que no le había preguntado su nombre, parecía que llevábamos ahí una vida entera.
Me miro y pidió un favor: "nunca me prometas amor eterno, solo vuelve a traerme aquí algún día".
Asentí y la bese, sabia que aquella noche ya no era una mas de su vida.

lunes, 7 de octubre de 2013

Cuentas restantes.

Una botella de tequila, un par de conciertos y más de mil sonrisas pendientes. Recuerdos de todas esas madrugadas por Madrid, jugábamos a ser clandestinos, escapándonos por la puerta de atrás, colándonos por ventanas abiertas.
Mi maldita sensación de hasta aquí o te enamoras, estúpida tradición de estropear todo. Nunca sabré apostar por ella, nunca me vi capaz de hacerla feliz. Le debo un te quiero, diez o veinte citas, cien canciones, un sin fin se amaneceres y valor para cumplir lo que entre copas siempre prometo.
Portales usados para escondernos entre besos, botones que estorbaban a las prisas, suplicas para que el sol se quedara dormido un rato más y pasión sin límites pero con fecha de caducidad. Se recogía el pelo al bailar, sonreía cuando nuestras manos coincidían y nerviosa bajaba los ojos si la miraba fijamente...
Si alguna vez no nos podíamos ver quedábamos en algún sueño, nos acostumbramos a dormir juntos. Siempre me dijeron que lo que más se echa de menos de una persona es la costumbre a ella, así que por el miedo que siempre me entra en estos casos una noche desafiando al amor le dije que me iba, había llegado el día en el que no la escribiría para que me abriese la ventana por la que todas las noches entraba para quitarle el edredón y lo que molestara entre su cuerpo y el mío.