Le dije mil veces que la necesitaba, sin especificar el tiempo que eso duraría. El alcohol alteraba mis sentimientos y el matiz a incierto me hacia ver todo mas atractivo.
Entre dos chupitos le prometí que le enseñaría a volar, me advirtió que tenia vértigo, le aterraba volver a caer, quería aterrizar y volver a subir, un preparados listos ya sin limite ni dolor. Bailando jure coserle las alas, enseñarla a despegar ya que no nos haría falta caer nunca mas si no era para recoger un par de gin&tonics.
Tocaríamos el mar sin mojarnos, bailaríamos bajo la lluvia sin necesidad de refugiarnos, retrasaríamos el amanecer para poder hacer el amor bajo la luz de la luna el tiempo que quisiéramos, nos besaríamos sin miedo al que dirán.
Con cara de pena me dijo que no me creía, quería hacerlo pero no podía. Desde entonces, me paso los días inventando y construyendo mil formas para poder volar, destrozando cualquier paraguas en días de lluvia, cerrando todas las persianas cada amanecer, atrasando los relojes para a oscuras creer que conseguí engañar al día y quemando todas las revistas del corazón para poco a poco ir acabando con la opinión de los demás.
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