jueves, 16 de agosto de 2018

Desde tus pestañas.

Al final la caída mide exactamente lo mismo que la subida, así que perdí el miedo a las alturas. Entendí que no hay mejor suicidio que desde tus pestañas. 

Siempre deseé volverme una estrella de rock, por la fama y su vida, pero ahora que estás tú solo lo quiero para poder dedicarte cada una de las canciones que hablen de ti. 

Incluimos los nervios de la primera cita en las siguientes mil doscientas; aniquilamos las mariposas que intentan adueñarse de lo que sentimos; jugamos con la incertidumbre de no saber si despedirnos con un beso e imitamos a las ganas de vernos nada más irnos. 

Los cuentos duran lo que tardas en dejar de creértelos y aquí estamos tan convencidos que los estamos haciendo realidad. 

No sé si siempre nos quedará Paris, pero estoy seguro de que nos tuvo envidia cuando nos miramos sobre Montmartre. 

Mientras tanto inmortalizaré tu sonrisa, por si un día no te encuentro recordar que hubo un tiempo en el que besaba el cielo.





miércoles, 8 de agosto de 2018

Ejército de superhéroes.

Su día empezaba, el mío terminaba. Ella enloquecía con la luz, yo intentaba enseñarle el encanto de la oscuridad. Reflejaba inseguridad en la mirada, pero se esforzaba en transmitir lo contrario en las palabras. Ocultaba la vulnerabilidad por miedo a que alguien pudiera volver a destrozarla. 

Le acaricie el pelo y, sonriendo, le explique que su parte más frágil era su parte más real. Le prometí un ejercito de superhéroes para protegerla y no irme de su cama hasta que se le quitara el miedo. La invité a imaginarse que esa herida que tiene miedo volver a abrir no existía, a que las cosas pueden salir bien y que, a veces, es necesario sufrir un poco para querer de verdad. Ella me hablaba de recuerdos, de dolores y cicatrices. Yo me aprendía de memoria cada una de sus pecas mientras contaba sus lunares. Deseaba que entendiera que el recuerdo de lo malo solo entorpece y que el miedo solo retrasa.

Fue entonces cuando me apretó fuerte la mano y me prometió dejarse llevar. 

Y hoy, que vuelve empezar su día y a acabar el mío, visitamos cada noche un par de estrellas nuevas, mientras nos tiramos al vacío con la esperanza de que no nos fallen las alas.





jueves, 2 de agosto de 2018

Física no perfecta.

Contigo en las calles desparecían las esquinas, no había que esquivar semáforos ni esconderse en soportales.

Contigo parecía que nunca iba a llover y que cuando lo hiciera sería tan solo una tormenta de verano. Contigo se acabó tener que escoger, escapar de puntillas y esquivar la luz del sol. 

No sé si llegará el futuro o si alguna vez hablaremos en pasado. No sé si jugaré más en otra cama o si alguna vez más llamaré a otra que lleve tu nombre. 

Contigo aprendo que lo que más duele es echar de menos lo que no hicimos a tiempo, porque lo que se llevó el tiempo no tengo reloj que me lo recuerde. 

Contigo busco la fórmula para convertir los pasos de zebra en colchones y las farolas en velas.

Y así me vuelvo enemigo de lo normal, convirtiéndome en un aliado de lo atípico para entender que la física no siempre será perfecta.