Contigo en las calles desparecían las esquinas, no había que esquivar semáforos ni esconderse en soportales.
Contigo parecía que nunca iba a llover y que cuando lo hiciera sería tan solo una tormenta de verano. Contigo se acabó tener que escoger, escapar de puntillas y esquivar la luz del sol.
No sé si llegará el futuro o si alguna vez hablaremos en pasado. No sé si jugaré más en otra cama o si alguna vez más llamaré a otra que lleve tu nombre.
Contigo aprendo que lo que más duele es echar de menos lo que no hicimos a tiempo, porque lo que se llevó el tiempo no tengo reloj que me lo recuerde.
Contigo busco la fórmula para convertir los pasos de zebra en colchones y las farolas en velas.
Y así me vuelvo enemigo de lo normal, convirtiéndome en un aliado de lo atípico para entender que la física no siempre será perfecta.
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