lunes, 30 de octubre de 2017

Vivimos.

Vivimos en la generación de los divorcios, en la que han convertido en normales decisiones tan difíciles. Vivimos en la generación de los caprichos emocionales y no en la de sentir más allá del capricho, en la que vemos que para construir hay que destruir, sin darnos cuenta que no es necesario. 

Vivimos en una generación que nos educa que la dependencia afectiva es mala, sin enseñarnos que no hay nada más humano que querer tanto a alguien como para brindarle tu yo entero. 

Vivimos en una generación en la que creemos más en la falsa felicidad que en aceptar que hay cosas malas y en la superación de estás. Vivimos creyendo que solos podemos conquistar el mundo, porque nos fijamos más en fotos subidas en rrss que en lo que tenemos a nuestro alrededor. Tu mundo es tuyo y lo conquistas con quien pertenece a este.

Vivimos en una época en la que creemos que el amor es pasajero y nos sorprendemos con parejas de ancianos que van de la mano y no nos lo marcamos como objetivo.

Creemos que visitar cien países esta por encima de conocernos a uno mismo y a los que nos quieren. Creemos que las noches de desenfreno son más sustanciales que las de peli y manta y que se curan solo con ibuprofeno. 

Creemos que vivir es estar vivo, sin entender que vivir es mucho más que eso. 

Vivimos creyendo que no ponerse de acuerdo acaba con cualquier amor, sin centrarse en que todo es cuestión de negociar. 

Vivimos creyendo que El diario de Noah es el ejemplo a seguir en el amor, pero no aprendemos de aquello que decían: " no será fácil, será difícil y tendremos que luchar cada día". 

Nos repiten constantemente que las relaciones idílicas existen por lo que a la mínima sacamos defectos a las nuestras para auto convencernos de que habrá algo mejor o que solo no se está tan mal, sin darnos cuenta que ya es idílico sentir lo que sentimos y poder compartirlo con otra persona.

Vivimos creyendo que todo lo que sale en las películas es mejor y no nos paramos a ver que lo único nos diferencia es una banda sonora al caminar.

Vivimos creyendo que estar soltero/a es una gran opción, con mil planes y posibilidades, sin ver que hay planes mejores debajo de una manta y un apretón de manos. 

Vivimos sonriendo y ocultando lágrimas, sin darnos cuenta que no hay nada más sincero que regalarle un par de lloros a quien quieres. 

Creemos en el falso amor, porque vivimos en una falsa vida, en la que nos han enseñado a buscar una falsa felicidad, la cual nunca nos termina de llenar, por lo que nunca estamos satisfechos con lo que tenemos. 

Vivimos creyendo lo que vemos, sin acordarnos de cuando leíamos el principito y es que "lo esencial es invisible a los ojos".

Podremos estar bien solos, pero siempre estaremos mejor juntos.


"Felicidad es no necesitarla."

Seneca.