martes, 20 de diciembre de 2016

Diciembre en verano.

⁠⁠⁠La noche se olvidó de dormir y las estrellas de brillar, el sol detuvo el calentamiento global y la lluvia paró de mojar, contigo en la cama no hay quien pegue ojo, quien vea más luz que tus ojos, quien sienta frío y quien quiera más agua que la de tu sudor. 

Llegaste deteniendo enero, se acabaron la sed y las noches sin más.

Siempre se me hace tarde cuando se trata de ir a verte, y es que, no corren igual las agujas de mi reloj contigo que sin ti. 

De pequeño me enseñaron que había que subir a la cima, y hoy entiendo que no hay mayor cima que la que hay encima de ti.

Desarrollo una ludopatía innata en mi, jugando a ganarte para no perderte, apostando todo al negro para disimular este rojo que me provocas al sonreír.

Discuto con los verbos insolentes que conjugan frases que solo se dirigen a ti, destrozo los adoquines que no tienen tus pisadas, rompo los espejos en los que no nos hemos reflejado.

Hay alfombras que nos ofrecen noche con desayuno incluido, hay momentos que se piden entrar en bucle para no acabar. 

Escribo sobre el margen para que no haya ni un espacio sin ti. No te preocupes los días que veas que no puedes, que te inyecto la dosis de perspectiva que necesites.

Son las 11:30 y diciembre aprieta para arañar algo de verano, el sol calienta las calles cubiertas de hojas marrones,  contrastan las estaciones como si no quisieran perderse ni uno de tus besos. 

Tu camina, que yo te sujeto y si te entra frío, no te preocupes que te amanezco diciembre en verano.


 

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