Hay mañanas que amanezco con alguien de la que no recuerdo el nombre, cuando me despido no se que decir, cuando se van echo de menos no salir corriendo a robar un ultimo beso. Me aseguro que se han ido y golpeo la almohada frustrado repitiéndome que yo no te pensaba tanto, preguntándome que ha cambiado, porque estas en cada beso que doy, en cada piel que toco, en cada suspiro que regalo, pidiéndote que llenes esas despedidas al amanecer.
Y me paro a pensar, en todas esas escapadas furtivas, en esos abrazos entre coches para que no nos vean, en los juegos de miradas de lejos. Esto no es un juego, dejo de serlo en el momento que te despiertas pensando en mi, no es un juego cuando buscas mi olor entre la gente. Dejo de ser un juego cuando seria capaz de comprar media vida para darte la mía y la que me sobra, dejo de serlo en el momento que no cuento los sueños por miedo a que no se cumplan.
Y si, hay mañanas, en las que amanezco en otros brazos pero al instante me doy cuenta que es vacío cualquier roce que no sea el de tus manos. Pero sigamos disimulando, dándonos escalofríos con caricias prohibidas, inventando un juego sin reglas, haciéndonos daño con besos clandestinos, sigamos jugando a matar sonrisas. Sigamos callando nuestras miradas, durmiendo lejos, quedando en el cuarto sueño, el que haríamos eterno si no fuera por miedo.
Hoy te regalo un final con puntos suspensivos, mañana puede que entendamos que esto no es un juego y nos sobren dos...
precioso
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