lunes, 10 de febrero de 2014

Inevitable.

Tus ojos me pedían guerra, tu boca en cambio me decía que no. No eras de esas que de pequeño describía al hablar de la mujer perfecta, tampoco te recomendaban las barras de bar en las que te invitaba a algún gintonic, supongo que te habrían visto en la misma actitud con algún ingenuo que como yo pensaba en tenerte para siempre. Pero te pareces a lo que soñaba cuando me veía feliz, sin ningún rasgo destacable pero altamente adictiva. El matiz imposible y peligroso te hacían inevitable. Yo ante tus piernas me sentía imparable, me sacabas carcajadas hasta entre mis ataques de celos cuando te creía con otro.
Todos me hablan de amor, yo les hablo de ti. Ellos me hablan de canciones, yo les describo tu risa. Me cuentan sobre lunas de miel y yo les explico que cada noche en tus caderas toco el cielo. 
Podría pasarme mil noches más con Andres Suarez de fondo escribiéndote e imaginando tus abrazos pero no se si esto merecerá la pena, no se muy bien que me pasa, si seras solo cosa de esas noches que bebo de más. Te doy mi parte más romántica y sacas el animal que llevo dentro, me llevas de un extremo a otro. 
Entre besos sonríes y me hablas de que te estas enamorando, yo te advierto que entre amores nunca caí de pie, tu me regalas el cielo pero sospecho que luego tendrá una cuota muy alta, inasumible para mi, que me imagino teniéndote para siempre y me acelero.
Y no se si decírtelo o no, pero me vuelves loco, mis colmillos sucumben a tus mordiscos de niña. Pero no te preocupes, que yo me enamoro pero se fingir y seguir como si esto fuera un juego mientras nos vamos conociendo. 
Tu mientras sigue agarrándome la mano aunque luego te arrepientas, que el miedo te hace más humana. Que aunque me propongo olvidarte me sigo colando cada mañana por tu ventana para dejarte el desayuno en la cama.
Y es que como te dije antes, eres inevitable y yo cuando te tengo a mi lado me siento imparable.

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