miércoles, 25 de noviembre de 2015

Hechos de papel.

No saber a dónde voy exactamente, pero ir hasta el final. No entender que quiero, pero quererlo sin cesar. Ese podría ser nuestro resumen. Todo y nada, igual que dormíamos en las nubes nos despertábamos en un charco. Un vaivén constante, ponerle paréntesis a una afirmación. Un no te miro, solo te pienso. Un no te quito ojo pero aléjate.
Descubrí cosas de mí que no sabía que tenía, vi en ti cosas que no sabía que existían. 
Caminando nos dimos contra un espejo, agarrados de la mano inconscientemente, nos sonreímos, burlándonos de las metas y barandillas que nos pone la vida. 
Como si pulsáramos el stop, nos descubrimos paralizados después de un ataque de cosquillas, contradiciendo la primera norma de ser fríos y calculadores. Sintiendo sin querer, encontramos el miedo a la soledad e intentando perderla de vista nos vimos, al giro de una esquina enfundados en un beso. 
Imaginamos paseos por la Toscana, vistas en Montmartre, luces de Manhattan, dando vueltas en bici, fabricando nuestra ciudad, hacíamos sueños de cristal.
Saltamos por tejados, creyendo volar y tan solo éramos aviones de papel en un vendaval. 
Mi abrigo sobre tus hombros, abrazados, conciliándonos con el calor, dejando al frío entre los dos. 
Sabes más de mis sonrisas que yo, fumo de tu respiración, me pierdo entre tus dedos. Sueño con tu piel, con el relieve de tus lunares, con hacer tan pequeño el mundo que sólo estemos los dos.
Sueño con perder el miedo de nuestras fronteras, acabar con esta bipolaridad constante, exterminar la frustración de querernos y no saber decirlo. 
Pero mientras, sigamos siendo un barco hecho con periódicos, que si nos hundimos yo te enseño a nadar.


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