Lo pequeña que puede ser la distancia en un casi y lo inmensa que la puede hacer el dolor. Un eterno casi, un casi que parece cómplice y está confabulando contra nosotros. Un casi compitiendo con un siempre.
Te creías que era cosa de la madrugada, pero no, vacíe Madrid para que te olvidaras que existe algo más que nosotros y casi, casi se te escapa un beso.
Casi lleno el quinto cuaderno en el que narro las locuras que sólo compartimos con las estrellas, casi nos dan la medalla a la sonrisa más larga.
Casi te olvidas de tu verdad y casi le hago desaparecer. Casi le llamas por mi nombre, como siempre, cuando aparece mi cara al darle un beso.
Casi nos escapamos volando un rato de tu obsesión por mantener la trazada estipulada, sin entender que en otras, también puedes ser feliz. Casi, casi te olvido hasta que la almohada me recuerda que sólo era un sueño. Casi consigues que me de por vencido, hasta que entiendo, que todos los días de mi vida estaré negociando con estos centímetros que te mantienen a un poco de mi.
Casi se te caen las lágrimas al pedirme que me quede. Casi mato al tiempo por habernos presentado tan tarde, pero se ha escapado con el reloj.
Casi nos parece suficiente ir de la mano, casi, pero nos sabe a poco.
Casi te das cuenta que sin haberlo hecho, de desnudarte ya sé un poco. Casi, casi te vas pero te has escondido la llave de la salida de emergencia. Casi te engañas y te crees que nunca pasará nada, pero el destino ya te ha explicado que sí.
Casi se enfada la luna conmigo por tenerte durmiendo sola, pero me ha pillado escalando a tu ventana.
Casi, casi nos convertimos en amigos pero nos tembló el pulso al vernos. Casi celebramos nuestro día, pero el calendario nos enseña que todavía, no tenemos. Casi perdemos el miedo a equivocarnos.
Casi consumimos las existencias de suspiros, pero el aire todavía quiere ser viento. Casi aprendo a hacer la vida sin ti, casi te convences a vivir sin mí. Y yo casi te olvido pero, simplemente, no quiero.
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