domingo, 4 de octubre de 2015

Déjame.

Déjame enamorarme, déjame fracasar si es que tiene que ser así. Déjame ser yo el que decida si vas a ser tú o no la que escriba sus iniciales en alguna cicatriz. Déjame sentirme privilegiado por elegirte a ti. 
Déjame sonreír cuando escuche esa palabra que es sólo nuestra, déjame perder la cordura, déjame tirarme desde las alturas, déjate caer, que si la caída es juntos aprenderemos a volar sin alas.
Déjame decirte que no estas guapa hoy, porque no lo estás, lo eres y déjame discutir con mis ojos por verte así. Déjame ponerme nervioso cuando vas a llegar, déjame sonreír porque sí. Déjame creer que sólo existe el olvido donde tú no estés, déjame llevarte a un lugar donde no existan amores fugaces, un lugar en el que no haya historias, porque toda historia tiene un final. Déjame llamar épico a lo nuestro, simplemente porque me parezca inigualable. Déjame enseñarte que sin lluvia no hay arco iris y que durmiendo la vida sigue corriendo. Déjame pedirte que no me recuerdes, porque los recuerdos son pasado y nosotros nunca lo seremos. 
Déjame enseñarte que ningún mundo sin ti habría merecido la pena. Déjame elegirte, para las discusiones y reconciliaciones, para invitarte a una copa o a dos, déjame emborracharte para que me digas todo lo que ves cuando cierras los ojos. 
Déjame a mi correr el riesgo de volverme loco para decir te quiero y que sea verdad.



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