Me llamaban loco al decir que de tu casa a la mía había tres mundos, cuando en realidad nos separaban dos calles. Cuando te vi lo dije, jamás olvidaría esa mirada. Te advertí, si me dejaba llevar tal vez nunca quisiera volver... Lo nuestro era un ida y vuelta. Desesperado preguntaba por la salida y tu, sin saberlo, nos guiabas hacia dentro del infierno. Yo sabía que seríamos esa herida que jamas cicatrizaría, inocente de ti que pensaste que quedaría en un par de noches de cama, desayuno y vuelta a la cama. Cupido nos absolvió de nuestra condena, pero nos encantaba estar encadenados así que a la mínima volvíamos a caer. Yo buscaba alguien que no me diera tanto con un beso, alguien que no me hundiera tocando el cielo.
Me mantienes la mirada y me declaro en banca rota, apostaría todo lo que soy por otra noche oliendo tu pelo. Te reto a volar, me dices que mejor a ras de suelo, me llevas a tu terreno, donde siendo terrenal eres mejor que en cualquier sueño.
Me llevas a tu memoria. A esas noches en las que con terror, buscabas en otros esa llama en tu colchón que solo encendía yo, y ellos apagaban.
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