Reconocería tus pasos en un terremoto. Volvería a quererte todos los días de mi vida, te besaría en cada paso que doy y eso que, cada noche, después de acostarnos deseo no haberte conocido nunca. Baja, estoy en tu portal, vamos a cenarnos las calles, a apagar alguna estrella, a cerrar todos los bares. Aquí estoy, arrastrando esta adicción a ti, calculando baldosas para nunca perder el rumbo. Memorizando farolas para saber cuales apagar cuando quiera robarte un beso.
Baja, tengo antojo de morderte el cuello, corre, quiero sacarte un par de sonrisas con alguna frase irónica.
Aquí tienes al tonto que se tatuó en las yemas las instrucciones de hacerte feliz. Baja, corre, detén esta negociación conmigo mismo en la que me ofrezco para ser siempre tuyo.
Baja, no hace falta que te pongas guapa, eso ya lo tienes ganado. Baja y tráete un par de esas miradas que enloquecerían hasta a un muerto. Corre, que cada segundo sin ti es peor que morir en la hoguera.
Baja y no me pidas que me calle, que si nos queremos es hora de gritarlo.
Baja y deja en el armario el miedo a nuestra primavera. Corre, que me tienes convenciendo al amor, tendiendo excusas para verte siempre en tu ventana.
Baja, y tráete el corazón a ver si así recargo el mío. Corre, ven con ganas de desayunar que vamos a hacer el mañana juntos.
Baja o mejor, abre y subo. Hagamos de nosotros una despedida sin final.
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