martes, 15 de diciembre de 2015

Sobre cerrado.

Te escribo a escondidas no vaya a ser que alguien te declare amor con mis palabras. Tengo un sobre cerrado sobre la mesilla, tiene tu nombre, tu despedida y un par de lagrimas ya secas. En el te hablo de los más de cuarenta mil pasos que dimos de la mano, te recuerdo el abrazo que nos dimos dentro de mi abrigo, te cuento las batallas que siempre le ganamos a las despedidas y de la guerra que al final casi perdimos con el ultimo adiós. 
También hablo de lo que nos costo despedirnos, de como nuestras manos parecían imanes y te explico que sigo escuchando tu boca temblar sobre mi oído. Te cuento que me quede un rato mirando hacia dentro por si volvías a bajar, frotándome lo ojos como el que cree que las lagrimas le impiden ver. Te escribo que nunca se me hizo tan largo el camino a casa, me abrace a todos los arboles, por la falta de equilibrio al no haber un mañana nos vemos. 
También leerás que todo esto es solo el principio de lo que va a suceder, que aunque tardáramos en llegar y esta mañana ya no amanezcamos bajo el mismo cielo, solo es el comienzo de un siempre. 
Como te escribí hace poco, volvería a quererte todos los días de mi vida. No me hiciste caso en eso de que lo de guapa lo tenias ganado y tardaste en bajar, haciéndome perder la negociación y convertirme en siempre tuyo. 
Y aquí estoy, una noche más en tu portal, gritando "corre, baja", sin querer creerme que te has ido. Por mucho que lo intenté, tu inseguridad siempre latente no me dejo convencerte de que por más bares que cierre, muchas copas que me tome, cada respiro que doy, es en recuerdo a tus suspiros. 
Sonríe, no te olvides que te has marchado, pero no te has ido.


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