martes, 10 de septiembre de 2013

Ya no.

Equivocarme como rutina por tu culpa. Se que eres de esas que si mañana te ofrecen algo mejor no miraras atrás, que cada despertar querrás estar en tu cama y te vestirás nada mas acabar.
Consigues que me tiemblen las piernas, haces magia con la mirada y tu cuerpo es una tentación insaciable. Me juro cada noche después de desnudarte no creer en el amor mientras de ti se trate, seria una tortura creer en ti cuando ni tu lo haces.
Seria como saberse de memoria la teoría del caos y caer en ella, tropezar con una piedra puesta por uno mismo o suicidarse en vida. No te recomendaría nunca pero entendería a la perfección al que suspirara al verte bailar, si no se quitara de la cabeza cada centímetro de tu cuerpo, siguiera tus andares por todas las esquinas de Madrid o necesitaran de tu sudor para hidratarse. Eres de aquellas no aptas para todos los públicos que se convierte en obligatorio de ver.
Tu siempre tono irónico muestra la inteligencia con la que vas moviendo siempre las cartas, a sabiendas de que siempre subiré mi apuesta mientras quede el fino hilo de la esperanza por tenerte. Das una onza de chocolate sabiendo que siempre querré otra. Caminas sobre el agua y yo nado para alcanzarte, estúpida e ineficaz estrategia, siempre me ganaras. Sabes que darme y lo haces en pequeñas dosis. Sabes como tenerme pendiente de un: "me apetece verte", suspirando por un: "no te vistas y quédate a dormir".

No sirve de nada que me llames ahora arrepentida por no haber apostado por lo nuestro, por no haber sabido quitarte los miedos. No me sirve de nada ahora que ya no te sigo por las esquinas, ahora que no suspiro por tu mirada. Mentiría si te digo que sigo despertándome sudando entre sueños por tu culpa. Estuviste mucho tiempo aquí, entre canciones y suspiros. Echarte de menos me enseño a olvidarte.


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