martes, 3 de septiembre de 2019

Llegaba septiembre.

Como cada agosto, llegaba septiembre. Como cada agosto, quedan atrás unas cuantas historias que contar, alguna que mejor callar  y algún que otro amor que sospecho haber sentido. 

Llegaba septiembre y ella (siempre hay un ella en cada uno de mis agostos) empieza a quedarse en un agosto que ya no está. Ella, como agosto, me hizo perder el vértigo, recordándome cosas que creía no haber conocido. 

Con el discurso de quien no lo hace aposta, agosto siempre será la mezcla exacta entre antídoto y veneno. 

Se va agosto aunque nunca lo acabó de hacer del todo. Como septiembre, que parece que llega siempre tarde para evitar las heridas, pero las cicatriza enseñándonos que el amor no se raciona aunque sepamos que solo dura su mes.

Se va agosto, dejándonos más amaneceres que días, alguna mañana que creo no recordar y el sabor a verano en cada gintonic. 

Y es que llegaba septiembre y con cada canción hacíamos un fragmento de nosotros dos.





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