Te contarán que los recuerdos pasan, que las heridas cicatrizan y que el vacío, se llena.
Pero nadie se atreverá a decirte que no pasan, que pesan, que si no cicatrizan duelen y que no se llena, mientras no olvides.
Te contarán que el tiempo es tu mejor aliado, se inventarán más de veinticuatro métodos caseros, consejos y soluciones, te dirán los sabios filósofos de los que nos rodeamos que la vida sigue, como si no tuvieras reloj.
Pero no se pararán a decirte que a lo mejor el reloj va más deprisa que tú y que no quieres correr, que no hay pomada contra echar de menos, ni siquiera armadura contra el miedo, no se pararán a decirte que abras bien los ojos, porque a lo mejor la vida que sigue no es la que quieres.
Te recetarán tranquilidad y distracción, te mostrarán la cara buena de la vida, se ofrecerán a enseñarte tu verdadero tú y te describirán sueños que querrás alcanzar.
Pero nadie se parará a escuchar tu corazón a mil al recordar, ni verán que no hay distracción más allá de la sombra de un nosotros, nadie se atreverá a enseñarte la cara mala no vaya a ser que veas menos buena la otra, no verán que solo eres tú misma cuando te dejas llevar y que los sueños se alcanzan cuando sueñas.
Te enseñarán canciones con las que bailar, te leerán frases de superación, te llevarán de viaje y se esforzarán por tu complacencia.
Pero nunca entenderán que no sabes bailar sin vergüenza, que no sabes si la superación está en superar o en volver atrás, no se pararán a pensar que en aquel viaje, tus pasos buscaban las huellas de cuando también fuimos por esa ciudad.
No se atreverán a decirte que para querer hay que quererse a uno mismo y que es imposible que te quieras más que cuando te veías reflejada en mi mirada.
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