jueves, 5 de febrero de 2015

Si quieres, quiere de verdad.

Cuéntame que sientes cuando estas sola, cuando nadie te retiene por las mañanas. Y sales a la calle, en busca una vez mas de tu día a día, siempre con la mirada en alto, fingiendo seguridad. No sabes muy bien que te vas a encontrar al cruzar cada esquina y reduces la velocidad en cada cruce. Con dos marchas menos giras la mirada, subconscientemente buscas a alguien que te pare la respiración, soñando con revivir con todos esos choques fortuitos que te erizaron la piel en las películas de los domingos. Tus amigas te excusan con frases hechas, infravalorando a los que se te acercaron, a los que te quisieron, dando la razón a tu pánico a sufrir por querer. No soy quien para aconsejarte, ni si quiera sabría ser objetivo, como serlo si es verte y querer que me nombren tus labios. No te lo tomes como un consejo, más bien como una petición: déjate llevar, correrás el riesgo de perder, también de ganar pero nunca te olvides que el fin es empatar, el amor es la excepción de los juegos, en el que se gana cuando se empata. Disfruta de las veces que cierras los ojos a la vez que la persona que tienes enfrente, disfruta de las veces que te da un escalofrió con una caricia. Disfruta de las veces que se para el tiempo, no sientas pánico cuando no te puedas dormir por no parar de pensar en alguien. No te sientas ridícula al releer mensajes, tampoco al descubrirte una sonrisa recordando un paseo por el Retiro. No te sientas culpable cuando sufran por ti, eres irresistible y eso es inevitable.
Insisto, déjate llevar, sin miedo, sin pensar en consecuencias, aunque suene demasiado bien, como cantó alguien en Copenhague.
Y si lo consigues, si quieres, quítate el miedo a sufrir y llorar, las carcajadas te sabrán mejor, la sensación de felicidad sera más plena. Si quieres y es a mi déjame que te cuente el momento en el que cerramos los ojos a la vez, que te narre la vez en que tus sueños pasaron de largo por tu cama para arrugar mis sabanas, que te cuente como un minuto fue suficiente para cicatrizar. Déjame que te cuente las flores que nunca te di y descansan en la papelera de la puerta de tu casa.
Si quieres, quiere de verdad, que lo triste es cuando nos damos cuenta que el olvido existe.


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