lunes, 23 de febrero de 2015

Sobre vacío.

Y sin saber como ni por que amanecí en uno de esos lunes grises que juegan a hacernos inertes, lunes que rozan de cerca a un domingo a solas. Lunes disfrazados de melancolía. Lunes que me gusta mirar a los ojos y desafinado cantarles algún estribillo, desafiando a cualquier tormenta. Y apareció ella, como si no fuera consigo la cosa, marcando una sonrisa firme, entonando un acento perfecto, destrozando corazones a su paso.
Decido no prometerle la luna si no bajársela, decido no darle un para siempre si no parar el reloj. Y decido acercarme para presentarme, quiero pedirle perdón, perdón por desnudarla sin pedir permiso, por escribirle sin saber su nombre. Le empiezo a contar que al verla los nervios me dieron un par de saltos mortales y que el sol antes de ella no había salido. Le hablo de un hotel en las nubes en el que deberíamos hacer el amor y que al despertar nos podíamos dar un baño en alguna de esas playas a las que prometí no volver por haber borrado sus huellas. Le cuento, también, que me dio por temblar de miedo, miedo de no volver a soñarla al haberse hecho real.
Le cuento que desgaste mis suelas siguiendo un camino en el que nunca coincidíamos. Le enumero todas esas copas que le dedique, todos esas tardes en las que me pareció dormir la siesta a su lado.
Es fácil de reconocer, convierte los días grises en soleados, tiene acento del sur y provoca lluvia de estrellas a su paso.
Así que por favor, si la ven, díganle que la volví a escribir y a dejar el sobre vacío.



lunes, 9 de febrero de 2015

Sin 14 de Febrero.

Querido 14 de Febrero, nunca hemos sido grandes amigos y dudo que lleguemos a serlo. Te pasé más veces solo que acompañado y cuando te festejé fue por lo contrario de lo que presumes. Y aquí estoy, un año más, te acercas, o eso me van diciendo las vallas publicitarias, teñidas de rojo y corazones. Quería decirte lo hipócrita que me resultas, no soy de los que cree en fechas ni en te quieros de calendario. Siempre disfruté más de los besos esporádicos, de los paseos improvisados y de las cenas de ultima hora. Quería decirte que pintas al romanticismo de cursi, restas magia al querer y quemas la esencia de un detalle. Que soy de los que apoya los 364 días restantes del año. Ven, sientate un momento y te voy a ir contando a lo que me refiero:
Resulta que yo prefiero celebrar lo que tu me exiges en un día especifico, cuando se me corta la respiración al verla recién despertada, cuando entro en pánico si amenaza con arreglarse MÁS. Resulta que yo te celebro cuando me da la gana, porque es cuando alguien me quita las ganas de pestañear para no perderme ni un instante de su mirada. Si, tengo esa tonta costumbre de no querer cuando debo, de pasar por alto a quien me ofrece su mano, soy de esos que se enamora de terceros pisos yendo a ras de suelo. Ven, que te quiero seguir explicando, la magia de una reconciliación, de los remolinos en una cama, de no necesitar más aire que el de su respiración. Déjame a lo mio, celebrandote un once de Junio o un siete de Noviembre, déjame celebrarte todos los días de un amor de verano, de un amanecer abrazado o de un martes trece con buena suerte. Déjame celebrarte también en Febrero, pero porque surja no porque te impongas y si es posible con chimenea y poca ropa. Déjame celebrarte escribiendo, que otro año más, me pillas escribiendo de recuerdos, de futuros y de pocos presentes.
No hace falta que te vayas, tu esencia es buena, te fallan las maneras.  Y yo te quiero explicar porque celebrarte mejor los 364 días restantes del año. Porque se convierte en tu día, no el de todos, porque el factor sorpresa entra en juego, porque pocas cosas hacen más ilusión que lo inesperado.
Me despido, deseándote lo mejor en tu día, que a mi me quedan 364 más.


jueves, 5 de febrero de 2015

Si quieres, quiere de verdad.

Cuéntame que sientes cuando estas sola, cuando nadie te retiene por las mañanas. Y sales a la calle, en busca una vez mas de tu día a día, siempre con la mirada en alto, fingiendo seguridad. No sabes muy bien que te vas a encontrar al cruzar cada esquina y reduces la velocidad en cada cruce. Con dos marchas menos giras la mirada, subconscientemente buscas a alguien que te pare la respiración, soñando con revivir con todos esos choques fortuitos que te erizaron la piel en las películas de los domingos. Tus amigas te excusan con frases hechas, infravalorando a los que se te acercaron, a los que te quisieron, dando la razón a tu pánico a sufrir por querer. No soy quien para aconsejarte, ni si quiera sabría ser objetivo, como serlo si es verte y querer que me nombren tus labios. No te lo tomes como un consejo, más bien como una petición: déjate llevar, correrás el riesgo de perder, también de ganar pero nunca te olvides que el fin es empatar, el amor es la excepción de los juegos, en el que se gana cuando se empata. Disfruta de las veces que cierras los ojos a la vez que la persona que tienes enfrente, disfruta de las veces que te da un escalofrió con una caricia. Disfruta de las veces que se para el tiempo, no sientas pánico cuando no te puedas dormir por no parar de pensar en alguien. No te sientas ridícula al releer mensajes, tampoco al descubrirte una sonrisa recordando un paseo por el Retiro. No te sientas culpable cuando sufran por ti, eres irresistible y eso es inevitable.
Insisto, déjate llevar, sin miedo, sin pensar en consecuencias, aunque suene demasiado bien, como cantó alguien en Copenhague.
Y si lo consigues, si quieres, quítate el miedo a sufrir y llorar, las carcajadas te sabrán mejor, la sensación de felicidad sera más plena. Si quieres y es a mi déjame que te cuente el momento en el que cerramos los ojos a la vez, que te narre la vez en que tus sueños pasaron de largo por tu cama para arrugar mis sabanas, que te cuente como un minuto fue suficiente para cicatrizar. Déjame que te cuente las flores que nunca te di y descansan en la papelera de la puerta de tu casa.
Si quieres, quiere de verdad, que lo triste es cuando nos damos cuenta que el olvido existe.