Tus ojos me preguntan si existe el amor, me lo pregunta lo que
me hace sonreír estas últimas mañanas. La respuesta la tienes tú.
No me hagas caso, tengo el corazón oxidado por falta de
querer, los ojos desbordados de lloros pendientes, las manos llenas de caricias
prometidas y los labios corruptos de besos sin sentir.
Y estas tú, con tu semblante firme, voz dulce y palabra
exacta, preguntándome si existe el amor, existe, para ti seguro que existe, no
he conocido hombre capaz de no temblar al verte, de no suspirar por besarte, no
he conocido hombre capaz de poder dormir después de acariciarte. Sé que mi
respuesta no es muy precisa, pero no se decirte si existe o no, solo puedo decirte
que tu acercas a él.
Sentada, sonriendo, con una copa de vino en la mano, me cuentas la de cosas que quieres hacer, agobiada por no saber de donde sacar el tiempo para hacer todo, me describes a la perfección todos los sitios que quieres conocer y mientras yo te sonrió muriéndome de ganas de decirte que quiero conocer contigo cada uno de esos lugares.