Pensé en ti.
Sí, la verdad es que, a veces, pienso en ti. No te quiero engañar tampoco, no sé si a menudo o solo de vez en cuando.
Me pregunto cómo has llegado ahí, en tan poco tiempo, como sin apenas nada a veces te vuelves mucho.
Y pienso y, lo que es peor, me doy cuenta que me gusta pensar en ti.
Sonrío y desarrollas en mi unas ganas de algo que con ganar no vale. Invento mil trazadas diferentes para que el camino hasta tu casa sea más largo, para que tus ganas de una copa más sean siempre y para que, algún día, ese "quédate" no sea solo cuestión de mi imaginación.
Pienso en ti y me doy cuenta que me muerdo los labios para adormecer las ganas de sentir los tuyos.
Pienso en ti y aprieto los puños para sentir otra piel entre mis dedos, como si de tus piernas se tratara.
Pienso en ti y en cómo te huelo el cuello cuando te saco a bailar.
Pienso en ti, sí, otra vez, y quizá sea más a menudo de lo que pensaba.